26 de abril de 2016

Los telescopios siguen en marcha. Cada estudiante está terminando su ocular y algunos ya han empezado a cortar el tubo. La longitud del tubo debe ser algo menor a la suma de las distancias focales, para que el mecanismo de la tapadera que no está fija, sino enroscada, le dé la holgura necesaria que permita a cada uno enfocar su telescopio.




Además, el diámetro de la lente del objetivo coincide con el diámetro interior del tubo de PVC pero necesita de una arandela hecha del mismo material que fije la lente. Si el orificio del ocular se ha centrado correctamente, la imagen puede llegar a ser nítida. Si se ha desviado, la imagen aparece muy distorsionada. Algunos estudiantes tuvieron que repetir sus oculares por este motivo. ¿Quién dijo que la experimentación era un camino fácil en el que siempre se acierta a la primera?



EL primer telescopio fue acabado con gran expectación. La entrada del tubo para el objetivo no permitía meter una arandela así que se improvisó una forma para fijar la lente. Con el primer telescopio se aprecia lo obvio: en un telescopio refractor como el de Galileo, la imagen se invierte y se aprecia la aberración cromática, especialmente en el filo de los objetos lejanos sobre fondo claro.
Aún más admiramos al científico italiano que pudo descubrir las lunas de Júpiter con tan rudimentarios instrumentos.





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